publicado en Cuentos de La Abadía de Carfax 3
Aquel jueves decidí
matar a Silverman.
—¡Metete la llanura en el culo! —dijo el
Tarta, sin tartamudear. Y le disparó en el cuello y en medio de la frente. Y un
manchón rojo oscuro impactó contra la pared y parte de las carpetas del
profesor, que recién ahí se desplomó de costado.
Laura Verón se puso a gritar. El resto de mis
compañeros miraron al Tarta con una mezcla de horror, confusión, miedo.
—Listo —dijo el asesino, y guardó el revólver
como quien guarda un Liquid Paper—. Ahora no nos va a molestar más.
¿Estaba loco el Tarta? ¿Quién se creía que
era para matar a Silverman? ¿Pensaba que a él solamente lo tenía de punto?
Saqué mi arma y le disparé en la cabeza. Los
sesos salpicaron a Maidana y a Costa.
—Egoísta de mierda —dije, al tiempo que los
demás huían del aula.
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