—Pensé que no te molestaría... —dijo con voz calma—. Pensé que si vos y los chicos no...
—¡Silencio, demonio! —gritó Élida, con los ojos en blanco—. ¿No ves que el Señor quiere hablar por mi boca?
Él se mordió los labios. Élida había "entrado en éxtasis". Recordó la última vez que intentó sacarla de aquel estado. Observó cómo sopesaba el cenicero. [...]
"Élida volvió para quedarse" integra la primera antología de Cuentos de La Abadía de Carfax.