[...] Habridge no veía nada. Creyó distinguir vagamente la silueta del avión de Stone. Algún destello ocasional, pero más parecido al fogonazo de un disparo que a un incendio. No era probable. Nadie dispara dentro de su propio bombardero.
Cuando las luces de posición de la otra nave se encendieron, Habridge quedó sin aliento. [...]
Cuando las luces de posición de la otra nave se encendieron, Habridge quedó sin aliento. [...]
Fragmento
Texto completo en ALMIAR.
"Una mancha más negra que el cielo" integra la primera antología de Cuentos de La Abadía de Carfax.
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